sábado, 4 de septiembre de 2010

Viaje, llegada y contratiempos

¿Cómo empezar sin parecer brusca...? ¡Ah, sí! Utilizaré palabras políticamente correctas: incompetentes, ineptos e ignorantes. Esos son los adjetivos que mejor describen a los empleados de US Airways que trabajan en la sección de Inmigración. Después de todo el maldito calvario relacionado con la obtención del número de confirmación del permiso de trabajo (como todos bien sabéis), resulta que al llegar a facturación me dicen que como no tengo visado (cosa imposible antes de llegar a Canadá puesto que lo proporciona la sección de Inmigración del aeropuerto de Toronto) tengo que cambiar mi billete de vuelta (150€ de penalización) para no pasarme de los 6 meses porque el email que llevo impreso de la embajada con el número de confirmación no tiene ninguna firma (¡obvio, es un email!)... Solo diré dos cosas: uno, la reclamación ya está en curso; y dos, gracias Carmona por haber sido mi apoyo moral, porque a tales alturas podría haber comitido algún acto indeseable.
Después llegaron las 5 horas de espera en el aeropuerto de Philadelphia tras haber pasado por todos los debidos controles de pasaporte (no comment) con aproximadamente 15 kilos a la espalda y otros 4 en el maletín del portatil -porque sí, señores de la aerolínea, esto es una mudanza para 8 meses, no un viaje de placer en el que elegir qué modelitos me llevaré para el desayuno, la comida, el paseo de por la tarde, la cena y la posterior salida (guiño dedicado)-. Eso sí, todo sea dicho, hay que destacar que los yankis tienen fuentes de agua fresquita repartidas por todo el aeropuerto, no como la ratera Europa.
Al fin, tras un trayecto que duró desde las 6:20 de la mañana al coger (casi de milagro) el ave hasta aproximadamente las 5 de la mañana hora española, llegué a mi verdadero destino: la amable tierra de los arces. En el mismo instante en el que se cruza la frontera se puede apreciar ese famoso tópico de que los canadienses son personas abiertas y amables. Desde la policía que anda con los perros revisando las maletas, pasando por el que controla los pasaportes y la que me tramita el permiso de trabajo (¡la chica hasta me ha dado dos meses más de permiso por si quiero viajar!), hasta el simpatiquísimo señor en el stand de los Red Car (taxi que me llevaría a Guelph) y el propio conductor.
Por supuesto el camino en el taxi fue como una siesta para mí (llevaba 24 horas despierta a excepción de la hora de sueño en los asientos del aeropuerto de "Philie"). Pero finalmente... ¡voilà! Ligeramente más pequeño en comparación a las fotos pero tremendamente encantador y acogedor mi nuevo apartamento. Cocina-salón con isleta estilo completamente americano, una habitación y un cuarto de baño con un plato de ducha enorme, ¿qué más se puede pedir para una sola persona? Y lo que más me maravilló: ¡la moqueta! Dios, da gusto andar sobre ella. Eso sí, no os impacientéis, que en cuanto esté medianamente decorado todo con mis cositas y consiga una cama de verdad (duermo en un colchón inflable por lo pronto) colgaré fotos ;)

PS: Ni qué decir que mi casera, como buena canadiense, simpática y atenta, me tenía todo preparado para mi llegada. ¡Hasta mapas imprimidos de la ciudad y de los autobuses!

4 comentarios:

  1. Me alegro de que llegaras decentemente, aunque costara lo suyo. Y de que el tópico sobre los canadienses sea cierto. Un beso mu grande.

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  2. Pues que sepas que ahora no te comento

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  3. ¿3 días sin entrada nueva? ¿Qué te crees una serie americana?

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  4. ¡Yo estuve 24 horas viajando! Si me vieras literalmente tumbada en una acera de la deseada Nueva York con todos mis documentos y mi vida para 4 meses empaquetada en un armario portátil te hubieras reído de mi.

    Lo mejor de todo: ¡NY-DC por 1 dólar y medio! (en bus, el medio de transporte de los pobres y los negros, as usually).

    Good luck Palo!

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