miércoles, 27 de abril de 2011

Los exámenes finales

Son la mayor tortura y pesadilla de los alumnos, con una posterior sensación de liberación -aunque a veces no dure más de una par de semanas tras saber que uno ha suspendido-. El proceso siendo el profesor es casi al revés; la tortura llega cuando nos toca corregir.

Pero todo tiene su lado positivo, sobre todo cuando, después de un duro semestre en el que arrancar algunas sonrisas de los pétreos rostros de mis alumnos se convirtió en el segundo de mis objetivos, acaban siendo ellos los que me hacen sonreír con sus respuestas en el examen final.

Ya me había percatado con anterioridad del «salero» de algunos de mis alumnos, pero es que en el examen muchos se han explayado. Y es que conseguir que un profesor deje de corregir para ir apuntando las respuestas de sus alumnos… ¡es toda una hazaña! Sin duda, me han hecho sentirme más orgullosa que otra cosa, porque al menos han demostrado tener recursos e ingenio para salir del paso, lo cual, al fin y al cabo, resulta ser la herramienta principal cuando de aprender un nuevo idioma se trata.

Como es normal, no he podido resistir la tentación de compartir con vosotros estas lindezas, así que allá vamos. En una de las preguntas de vocabulario se les daba una definición o una frase que hacía referencia a una de las palabras estudiadas en algunas de las unidades trabajadas en clase. En particular, tenían que contestar a las siguientes:
-         cuando cambias de color el pelo, el pelo está: tintado
-         una persona que no se acuerda de nada es: olvidadiza
Esas son las palabras que deberían contestar porque son las que estaban en sus listas de vocabulario. Sin embargo, para alguien que no se ha estudiado esas listas al pie de la letra, la respuesta puede resultar casi tan abierta como para un hablante nativo que no conoce el contexto de la pregunta. Por eso, una de las alumnas cuyos abuelos son de Ecuador me escribió para la primera definición «canoso». Bueeno, vaale… aceptamos pulpo como animal de compañía. No es exactamente correcto porque para esa acción el sujeto del verbo apropiado sería el pelo y no tú, puesto que por lo general -a excepción de Richard Gere y pocos más porque sí les queda bien- nadie se cambia el color de pelo para que se vea canoso; e incluso si se lo tintaran de gris, tampoco sería correcto utilizar la palabra canoso puesto que en realidad no serían propiamente canas. En fin, divagaciones lingüísticas de estas que me gustan a mí… Lo importante es que se ganó la mitad del punto.
Por otro lado, otras dos alumnas me contestaron algo diferente: que cuando te cambias de color el pelo, este está «rubio». Pensaréis igual que pensé yo al principio, «¡No! Porque el tinte puede ser de cualquier color». Cierto, ¿pero y si os digo que estas son las dos únicas chicas que se tintan el pelo de la clase y que ambas se lo tintan de rubio? Claro, me pongo en su lugar y la respuesta tiene todo el sentido del mundo, más aún cuando las diferentes tonalidades de pelo se encontraban también en las listas. Pues ¡punto completo para mis niñas!, sobre todo por haber interpretado al pie de la letra la utilización de la segunda persona del verbo en vez de la tercera persona del impersonal en la definición.
Y por último, para la segunda definición, va una de mis alumnas y me pone que una persona que no se acuerda de nada es… «tonta». Madre mía si me tuve que reír. Solo por la risa se ganó el medio punto, y es que la verdad es que la pobre en el fondo tiene razón, porque si una persona no se acuerda de nada... algún problemilla de exceso de eco en la sesera debe de padecer.

Pasamos ahora a las preguntas personales, que como es normal son las que mejores respuestas nos van a ofrecer. Entre corchetes, como deduciréis, está lo que se me pasó por la cabeza al leer las respuestas. Que conste que os pongo las preguntas tal y como aparecen en el examen, con lo que solo haré una observación: la persona que redactó el examen decidió que era más apropiado llamar a los alumnos de Usted… eso, ante todo poniéndoles las cosas fáciles… en fin, sin comentarios.

Pregunta número 1. Cuando Usted fue a la Universidad el primer año, ¿qué extrañaba más de su casa?
-         Yo extrañaba mi perro y mi hijo mucho, cuando yo fui a la universidad.
[Dios, ¡no sabía que esta chica tenía un hijo! Segunda madre en mi clase… aunque es factible que se haya confundido].
Y dos chicas que no estaban sentadas juntas me escribieron:
-         Cuando yo fue a la universidad el primer año, yo extrañaba mi perro más porque él es mi mejor amigo.
-         Cuando yo fui a la Universidad el primer año, extrañaba más mis perros porque ellos eran (y son) mis mejores amigos :-(
[¡Sí, sí! ¡Caritas en los exámenes! Vale que durante el semestre hayamos alcanzado cierto grado de confianza, pero un poquito de por favor, que es un examen final oficial de la universidad. Eso sí, ha quedado más que constatado que el perro sigue siendo en la actualidad el mejor amigo del hombre y que por lo visto la juventud de hoy en día crea lazos afectivos más fuertes con sus perros que con sus propios padres…].

Pregunta número 3. ¿Qué recomienda Ud. Que haga una persona que quiere conocer a su alma gemela?
-         Recomiendo que ella se divierta con sus amigas y no piense sobre su alma gemela – él vendrá!
[Esta chica escuchaba las Spice Girls fijo]
-         Recomiendo que salga mucho pero cuando lo encuentra, no dé su nombre, y no coquetee la primera vez.
[Extraña combinación esta chica entre histérica miedosa y tía dura y difícil]

Y por último, pero no con respuestas menos jugosas, la mini redacción que tenían que escribir al final del examen. En ella pedían que escribieran 200 palabras sobre dos artistas hispanos, puesto que las lecturas del libro se centraban en artistas hispanos para que conocieran un poco de su vida y su obra. Aún así, les dejé que escribieran sobre cualquier artista hispano aunque no apareciera en el libro. Es decir, sí, Shakira, Ricky Martin y Enrique Iglesias estaban permitidos y por supuesto aparecieron en alguna que otra redacción. Eso sí, hubo un alma de cátaro a la que se le fue la cabeza por completo y me escribió sobre Eminem y las hermanas Olsen… suerte tuvo que me estaba divirtiendo con todos los exámenes y decidí ser buena persona y darle algunos puntos por precisión gramatical. Otras tres respuestas que se han merecido un lugar en esta entrada son:
-         [Hablando sobre Frida Kahlo]: Muchos de sus pinturas fueron ‘portraits’ de su propía cara. Es decir que Frida Kahlo era un pocito loco.
[«Frida era un pocito loco»… ahí es cuando yo me imagino un pequeño pozo con la cabeza de Frida y el cuerpo de un monigote al estilo ¡Cuánto cabrón!, dando vueltas y bailando a lo loco…]
-         Dalí era un hombre loco. El quería matar, desobedeser y causar angustia.
[¡Dios! Esta niña debió de haber comprado la versión gore del libro de texto…]
-         Antoni Gaudí era un artista muy famoso. Era un hombre creativo y siempre tenía muchas ideas. Con los demás, a veces portaba malamente, pero por lo tanto se llevaba bien con todo. […] Si pudiera invitar uno de ellos a mi casa, invitaría Diego Rivera porque yo creo que tendría un perspectivo interesante sobre el amor, aunque si quisiera hablar sobre el arte, invitaría Antoni Gaudí porque a mí me encanta su obra (¡hay tanto color!). A Diego preguntaría de Frida Kahlo y conversaríamos sobre la filosofía del amor, mientras si pudiera hablar con Gaudí, no diría nada sobre su vida personal, y pienso que estaría contento de hablar con mí. Recomiendo que los dos nunca dejen hacer lo que a ellos les encanta y que continuen seguir sus sueños. Luego, diría “buenas noches” y me acostaría.
[Porque en el enunciado se les pedía que escribieran sobre a quién invitarían a su casa a cenar y por qué. «Luego diría “buenas noches” y me acostaría»…  ¡Más arte no se puede tener! Creo que como persona no nativa, después de haber escrito algo tan sensato, no hay mejor manera de acabar un párrafo para decirle sutilmente -y con tono de sonrisa en la cara- a tu profesor algo así como «sabes que sé. Ahí lo llevas. Dame todos los puntitos, anda»]

Como comprenderéis, al final de tanta batalla y altibajos, voy a echar a estos chicos de menos. Conseguimos romper el gélido ambiente de las primeras semanas y acabamos no solo comiendo tartas y alfajores de los que trajeron para complementar sus presentaciones de los países hispanos, sino hasta echándonos una foto de grupo el último día entre risas porque era tarde y los de la siguiente clase ya nos miraban desde fuera con expresiones amenazantes. Y es que la mejor recompensa para un profesor es ser capaz de solucionar los problemas con los que se encuentra en el aula, conseguir llegarle a la mayoría de sus alumnos y conseguir un 100% de aprobados sin tener que inflar ni una sola nota. ¡Dios, que orgullosa me vuelvo! [Subidón de autoestima, podéis cebaros y criticarlo abiertamente xD]

Sí, les he puesto los nombres porque con mi memoria pez y mi completa nulidad para los nombres, seguro que en unos pocos meses se me olvidaban.


PD: Solo me quedan 5 días para volverme, por lo que todo lo que no he publicado hasta ahora relacionado con Canadá llegará de golpe esta semana. Es decir, próxima entrada: Road trip a Ottawa y Montreal; y la siguiente de despedida.

domingo, 17 de abril de 2011

Cuando llego a casa me gusta...


Descalzarme y liberar mis sentidos. El frío del mármol de la entrada; la suavidad del parqué del salón; y la calidez de la alfombra de la habitación, donde por fin logro deshacerme del disfraz. No hay mejor sensación que el tacto de la seda resbalando por una piel que al fin respira.
Comodidad y sensualidad en equilibrio, ideal para leer unas páginas de mi libro sentada en ese acogedor rincón del salón a la luz de las velas, mientras espero ansiosa a quien al llegar culminará mis fantasías.

¿Y a ti, qué te gusta hacer -en solo 500 caracteres- cuando llegas a casa?

Un curioso concurso del la cadena Womens' Secret en el que por fin se premia la creatividad en vez de cualquier otra chorrada. Mañana publican a los ganadores. :)



PD: Mañana el examen de mis niños y consecutivos días de correcciones. Ya compartiré con vosotros las perlas que me escriban en la redacción de 200 palabras que tienen que hacer en la última pregunta.

sábado, 2 de abril de 2011

De libros y librerías

La mayoría de las personas viajeras tienen un objeto fetiche: tazas, imanes, postales, chapas, camisetas, lápices, llaveros, matrículas… ese objeto del que traerse un ejemplar de recuerdo de los lugares visitados. Como algunos ya sabréis, el mío es el libro. Una de mis aficiones es traerme, mínimo, un libro de allá donde vaya -siempre y cuando lo encuentre en alguno de los idiomas que conozco, claro está-. En el caso de Canadá hay algo tremendamente positivo para alimentar mi afición, y es que el estar aquí me facilita -sin tener que recurrir al frío Internet- comprar las versiones originales; porque con la última traducción que leí, la de El Retrato de Dorian Grey, me quería cortar las venas, y eso que ni siquiera he leído el original. Se paga un poco más por lo general que en la red, pero el poder palpar los libros con tus propias manos, sentir la textura y el corte de las páginas, el grosor y consistencia de la cubierta, poder observar la letra utilizada, el tamaño y grosor de esta, y poder oler esa esencia a papel, rodeados de un mar de libros… tiene su encanto.

Así que por fin, gracias además a la estupenda excusa de haberme acabado el libro El habla malagueña (Alfredo Leyva) -que por cierto recomiendo enormemente, sobre todo para no olvidarnos de nuestras tradiciones lingüísticas y del riquísimo vocabulario malagueño-, después de siete (fríos) meses me decidí a ir a la librería del centro por delante de la cual pasaba casi a diario, pensaba «tengo que venir un día» y al final nunca lo hacía. La entrada es pequeña -como la tienda en sí- pero acogedora, con una presentación de los libros en las estanterías que te hace querer ir a investigar más allá y echar allí el rato que una librería se merece… Hasta que, una vez pasada la entrada y tan solo dos pasos más adelante, tu sentido del olfato empieza a verse perturbado por el terrible olor de la cocina del restaurante al cual se puede acceder desde la misma librería, por no mencionar la distracción que suponen la música y las conversaciones de las personas que están a ese otro lado, comiendo.

Una librería debe ser un sitio tranquilo y limpio donde se pueda incluso apreciar el aroma del papel y donde, sobre todo, se pueda pensar tranquilamente, porque si ya es difícil elegir cuál de los diez libros que te han requetencantado te vas a llevar finalmente -ya que no tienes ni presupuesto ni espacio para tantos-, imaginaos en un ambiente como este.

Pero una por disfrutar de los libros, lo que sea; así que con un poco de aguante de respiración y concentración auditiva, llegué hasta el final de las estanterías -porque yo soy de las que les gusta empezar por el final-. Y cuál fue mi sorpresa al encontrarme los libros de zombis bajo la categoría «Cosas raras»… ¿Los zombis raros? Hablamos de una corriente literaria que ya existía incluso antes de que en 1839 fuera impulsada definitivamente por Allan Poe y su obra La Caída de la Casa de Usher. Un género que está hoy en día en pleno auge gracias a publicaciones como Zombi - Guía de superviviencia, Guerra mundial Z (Max Brooks), Orgullo y Prejuicio y Zombis (Seth Grahame-Smith) y, por qué no hacer un poco de publicidad compatriota, Los Caminantes (Carlos Sisí). ¡Y me lo ponéis en «Cosas raras»? No hombre, ahí la biografía de Justin Beiber que el niño ni siquiera es mayor de edad, pero los libros de zombis…

Y claro, después de ser eso lo primero que vi, lo demás ya fue de mal en peor. De manera indiscriminada tienen a casi todos los autores en la categoría de «Ficción». Y a su vez, la organización dentro de las categorías es bastante confusa -por supuesto no alfabética, o al menos no lo suficientemente alfabética-. Además, en el buen intencionado intento de aconsejar, los papelitos que colgaban de las estanterías con pequeñas recomendaciones sobre libros específicos no hacían más que confundir, no solo por la escritura a mano sino porque los libros a los que se referían, o no quedaban o no se encontraban a su lugar correspondiente -que digo yo que debería ser justo encima del papelito, ¿no? Y por si fuera poco, para mi gusto la colección era muy, pero que muy limitada para tratarse de la única librería del centro de la ciudad que además cuenta con bastante reputación.

Pero las aficiones es el que tienen y a mí  estos pequeños me pueden. Así que a pesar de todo, y después de acabar con unos cinco libros en las manos leyendo y releyendo las contraportadas y lo que no son las contraportadas para ver si en la tercera o cuarta lectura me acababa de conquistar uno más que los demás, acabé trayéndome dos a casa: Pride and Prejudice and Zombies: Dawn of the Defeated (la precuela de Orgullo y Prejuicio y Zombis) y White is for Whitching, de la jovencísima escritora británica Helen Oyeyemi, quien ya se ha ganado el reconocimiento de los críticos y el premio Somerset Maugham. Acabo de empezarlo y ya las primeras páginas con un tono de prosa narrada empiezan a embelesarme.

Allí tuve que dejarme otros como Hell: A Novel (Robert Olen Butler), Invisible (de mi queridísimo Paul Auster, a quien de hecho me ha sorprendido ver que lleva traduciendo el mismo traductor, Benito Gómez Ibáñez, desde el 2000… me tendré que leer alguna versión en español) y otros cuantos más, los típicos que dices «acuérdate del título» y nada más salir de la librería ya ni recuerdas la portada…

Eso sí, los alumnos de mi compañero que enseña italiano parece que no tienen ese problema y que siempre se pueden llevar todos los que quieren, porque hace poco más de una semana él les preguntó que cuántos libros se leían al año y sin vacilación alguna respondieron ¡que 20! Cierto es que no entienden todo lo que dice mi compañero porque no es que solo hable en italiano, sino que se le entiende mejor en italiano que en inglés; pero de ahí a confundir una pregunta tan sencilla… Y encima va el ingenuo y se lo cree. ¡Pero cómo se van a leer 20 libros al año unos estudiantes, alma de cántaro? Es ya una persona normal que no tenga que leerse y estudiarse apuntes y solo disponiendo de su tiempo libre es difícil que se lea 20 libros si quiere seguir teniendo algo de vida social, imagínate un alumno. Ay… ¡con qué descaro mienten algunos por estos lares!

Bueno, solo me queda decir que todas las recomendaciones sobre libros que os hayáis leído, estéis leyendo o tengáis pensado leer son más que bienvenidas. Porque una a veces, cegada por su tendencia hacia cierto tipo de literatura, se pierde joyitas que son de lectura obligatoria.

¡Buen fin de semana a todos!