viernes, 11 de marzo de 2011

La gran manzana: IV

¡Dios! Semana ocupada donde las haya… A pesar de que no está mal dejar un poco más de tiempo para el capítulo final con el propósito de crear expectación, confieso que no ha sido una estrategia de marketing, no ha sido a propósito. Ya a viernes por fin he sacado un rato para poder acabar con la serie neoyorquina, aunque para ello haya tenido que dejar de lado mis deberes para mañana de italiano, pero es que o la escribo esta noche o casi que se me olvidan las cosas que os quería contar je, je.

Así que como en Nueva York todos los caminos no llevan a Roma sino a Broadway y la Quinta Avenida, pues para la última que nos vamos. Esta avenida atraviesa toda la isla de Manhattan, bajando paralela a la parte este de Central Park. Desde el Upper East Side y sus más que exquisitos edificios residenciales con portero trajeado, salida techada e incluso luces-estufa en dicha salida; bajando hacia la meca de las compras para aquellos apasionados de las marcas no tanto de alta costura sino de alta popularidad; y pasando por los cuatro edificios más destacables tanto de esta avenida como de toda la isla: Rockefeller Center, Empire State, la Biblioteca Pública de Nueva York y la Catedral de San Patricio.


En primer lugar, puedo decir ¡que estuve de compras en la Quinta Avenida! Vale, vale, no entré ni en una sola de las tiendas pijas por razones más que obvias, pero a todos se nos hicieron los ojos chiribitas cuando vimos a lo lejos un enorme cartel de liquidación. Así sí es posible. Efectivamente, unas Converse que me agencié por 29 dólares. Sin embargo, no sé si será porque nosotros no nos propusimos ir de compras o porque de nuevo mi frecuentemente ausente suerte no hizo acto de presencia, pero yo no vi por ningún sitio esos maravillosos ofertones de los que todo el mundo habla.

Y aquí haré un paréntesis para explicar que sí he visto buenas ofertas en rebajas en Canadá, por ejemplo, en… pues va a ser que no me acuerdo del nombre… bueno, una de estas marcas muy, muy pijas, pero a lo que iba, que si vi buenas rebajas pero no porque el precio de la prenda en cuestión fuera increíble, sino por la cantidad de dinero -del desmedido precio inicial- que te descuentan. Vamos, que al final resulta que la gente se va más contenta que unas pascuas por haber pagado lo que la prenda realmente vale, no la marca, lo cual encuentro yo en España y en toda Europa sin necesidad de estar en rebajas…

Cerramos paréntesis pues y acabamos con esta hermosa avenida. El Empire State impresiona menos de lo que uno se espera, probablemente porque se le da tanto bombo que claro, uno llega después allí y sí, es alto, pero es que los edificios de al lado son casi, casi lo mismito de altos. Además, como ya comenté en uno de los capítulos anteriores, nos ahorramos la entrada y subida al edificio dado nuestro escaso presupuesto, así que poco más tengo que contar sobre tan famoso edificio. De nuevo, foto de rigor y a seguir con el paseo; ya volveré cuando tenga dinero acompañada de algún arquitecto tipo Ted Mosby para que me pueda hacer ver tal encanto. En cuanto a la Biblioteca y la Catedral, hay una diferencia esencial que hace que se vean con ojos muy diferentes. Ambas son de arquitectura diversa a todo lo que a su alrededor se encuentra, pero la adaptación del espacio que hay entre los propios edificios y lo que los rodea hace que la Biblioteca sea un punto de entrada de luz y desahogo de la avenida, mientras que la Catedral parece que alguien la dejó caer ahí en medio sin más. ¡Esos edificios de alrededor que parece que en cualquier momento se le caen encima, y desde cuyas ventanas debe verse hasta la Piedad -por lo visto tres veces más grande que la de Miguel Ángel del Vaticano- que se encuentra dentro en algún lugar de la catecdral! En fin, que entre que una servidora se interesa poco por este tipo de arquitectura religiosa y que ya en Europa ha visto más que suficiente, pues no podéis pedir más que la foto y este par de líneas críticas.

Y bajando, bajando por la Quinta Avenida llegamos hasta el cruce con Broadway, donde encontramos el magnífico edificio Flatiron. Este es sin duda uno de mis lugares favoritos de la Gran Manzana. El edificio no solo impresiona por su forma triangular, sino porque además, para tener tal forma, es un edificio bastante alto -cuenta con 22 plantas, una altura máxima de 87 metros, de los más altos de esa zona-. Lo que realmente fascina sobre este edificio es que basta moverse un par de metros para contemplar una perspectiva completamente diferente. Es una pena que cuando nosotros lo vimos estaba muy nublado y anocheciendo, con lo que no pudimos contemplar muchos cambios de luz desde las diferentes posiciones. Mucho más elegante, sobrecogedor y encantador que el cercano edificio Chrysler, que en el fondo no parece más que una réplica «en miniatura» -una diferencia de unos 100 metros y poco- del Empire State.


De aquí nos cogemos el metro de nuevo y subimos hasta el lugar donde habíamos comenzado nuestro capítulo, la parte alta de la Quinta Avenida donde se encuentra Central Park. Nada más salir de la estación del metro, los ojos empiezan a subir en dirección al cielo atraídos por un enorme edificio que, a pesar de no serlo, en ese momento parecía incluso más alto que el Empire State. Es la plaza Colombus Circle, la entrada  sur «oficial», por así decirlo, a Central Park.


Nos adentramos en el parque y tras varios metros recorridos ya se nota la atmósfera completamente diversa con la que cuenta el parque. Es un lugar singular, un respiro entre tanto edificio. Como buena amante de los espacios verdes que soy, estaba claro que este sería otro de los favoritos de la lista. Nos recorrimos un poco más de la mitad del parque pero es que es enorme, y como teníamos que llegar al Museo Metropolitano y además yo era la única interesada realmente en ver el parque en profundidad, pues hicimos una ruta rápida por la parte sur hasta llegar a la altura del Museo.


Haciendo referencia a la escultura de Alicia en el País de las Maravillas que nos encontramos, entrar en Central Park es como abrir una puertecita en medio de tanto rascacielos y entrar en un mundo donde no reinan ni el estrés ni el bullicio. Desde luego si tuviera que vivir en Nueva York, pasaría gran parte de mi tiempo libre perdida por el parque. Por desgracia, el invierno es una estación que no hace justicia a la naturaleza, por lo que la mayoría de lo que nos íbamos encontrando a nuestro paso era nieve o árboles de hoja caduca esperando ansiosos la llegada de la primavera. Siempre he sido defensora de la naturaleza en estado puro, pero he de admitir que para lo que es esta ciudad, han hecho un muy buen trabajo con Central Park.

Deprisa y corriendo nos adentramos en el Museo Metropolitano. Y digo «deprisa y corriendo» porque a pesar de las magnitudes y la importancia de este museo, resulta que cierra a las 5:30 de la tarde. La verdad es que no se entiende, menos si cabe teniendo en cuenta que en dos horas que estuvimos dentro fue físicamente imposible ver todas las salas, aún siendo nosotros «poco cultos» artísticamente hablando. Esto se traduce en que Levi y yo, que lo más que nos parábamos era en algo que nos parecía especialmente curioso para echar una foto y leer, si eso, la etiqueta, no tuvimos tiempo de ver ni la zona de Egipto, ni la de Japón. Eso que nosotros sepamos, porque a saber qué más nos perdimos. Así que lo que os ofrezco es un micro-resumen fotográfico de lo que más nos llamó la atención -de lo que logramos ver, claro- del museo. Personalmente me pareció excesivamente... abrumador. Demasiado para verlo todo en un solo día.
Ojo que tal y como indico en el montaje, la foto en la esquina superior izquierda corresponde al Guggenheim, el cual también se encuentra en la Quinta, pocos metros más arriba del Metropolitano, con un diseño exterior bastante llamativo y diferente a los cortes rectilíneos que se imponen en el resto de la ciudad.


Y ya por último, lo que la mayoría de vosotros estaba esperando a pesar de no haberlo manifestado públicamente: ¡los cojones del toro! ;)


Con esto acaba la serie de entradas La gran manzana -al menos por el momento-. Espero que con esto hayáis podido leer y «contemplar» una perspectiva diferente sobre la ciudad más popular del mundo y que con ello hayáis, sobre todo y ante todo, disfrutado.

¡Buen fin de semana a todos!

2 comentarios:

  1. Ya se acabo ?
    Q pena !!!
    Pero bueno has visto muchaas cosas y nos has dado envidia a todos ...

    Dale caña :D

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  2. PD: Me han decepcionado los cojones del toro ...

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