domingo, 27 de febrero de 2011

La gran manzana: I

¡OBVIO! No podía faltar una entrada sobre el esperado viaje estando ya de vuelta en casa. Además, para aquellos más vaguillos a la hora de leer y por supuesto para reflejar aquello que relato y que todos os hagáis una idea del sitio en cuestión, he hecho montajes de fotos por grupos (de zonas, normalmente). He pensado que todo un relato sobre los 6 días que hemos estado allí sería demasiado, así que lo dividiré en capítulos, para hacerme la interesante más que nada, vamos.

Y allí que nos montamos en el primer autobús en Guelph los tres profesorcillos: Levi -canadiense-, Wulf -alemán- y yo. Después fueron las 10 cansinas horas de autobús hacia Nueva York con una parada completa y absolutamente inexplicable en la maldita frontera de los EE UU que duró dos horas. Sí, dos horas metidos en el autobús aparcado en la frontera… con la espalda que se me iba a caer a pedazos y las piernas medio dormidas. Pero mereció la pena todo el calvario en el momento en el que, justo antes de entrar a la isla, ya se divisaba la panorámica de los rascacielos de Manhattan. Impresiona, la verdad.

Y nada más llegar, corriendo a por nuestro bono de transportes de una semana y para nuestro apartamento en Brooklyn. Ja, ja, «nuestro apartamento», suena bien ¡eh? Sí, a nosotros también no sonaba estupendamente hasta que al bajarnos del metro y subir las escaleritas que conducen a cielo abierto nos encontramos en esa parte que nunca sale en las películas. Seguíamos en Nueva York, eso sin duda, ya que el metro no llega más allá, pero por lo demás… Barrio de aspecto chungo donde los haya; con gente de aspecto chungo; tiendas de aspecto chungo; calles de aspecto chungo… supongo que el clima -también chungo por el viento y las nubes- ayudó a crear tal imagen, pero sin embargo nunca pasó nada. Nada más allá de miradas «peculiares» por nuestro color blanquito. Además, era el alojamiento más económico de toda la ciudad y el pisito -en el típico edificio americano- por dentro estaba muy, pero que muy bien.
Claro está que no todo Brooklyn es suburbio barriobajero, pues estuvimos en la parte más pija -con población blanca…- y es para caerse de espaldas, pero al menos experimentamos lo que los turistas no suelen ver.


Y después de soltar nuestras cosas, directos para la gran manzana. Recuerdo que cuando estaba en el colegio, en uno de los libros de inglés, aparecía una lectura sobre el Rockefeller Center; sobre el asombroso árbol de Navidad y lo famoso que es aquello. Algo de razón tenían, ya que es uno de los sitios que más me ha gustado de la ciudad porque digamos que tiene cierto encanto. El edificio es altísimo, la zona del complejo es grande y tiene varias esculturas bastante llamativas y una pista de patinaje de hielo, con banderas de todos los países alrededor. Pero vamos, que de ahí a dejarle a uno sin respiración, como decían en mi libro, pues tampoco. Habrá que volver en Navidad a ver el arbolito y con mucho dinero en el bolsillo para poder patinar y hacer lo que allí se hace, que es gastar dinero, a ver si así ya me deja locamente enamorada.


Para que nuestro primer día fuera completo, después del Rockefeller Center nos encaminamos hacia Times Square, Brodway abajo. Más y más edificios altos, aunque he de decir que un poco monótonos hasta llegar a Times Square, donde un baño de luces de colores inunda la vista en la primera ojeada. Esto sí es lo que sale en las películas. Pantallas gigantes que ocupan las fachadas de los edificios donde se pueden contemplar anuncios de todo tipo -aunque normalmente de la propia tienda sobre la que se encuentran-. El bullicio, los taxis neoyorquinos, las luces brillantes que atraen e hipnotizan la vista de manera irremediable, todo ello forma un ambiente abrumador que te deja pensando durante unos minutos.
«¡Vaya por Dios! ¿Para qué se te ocurre pensar? ¿No ves que siempre que piensas analizas las cosas en demasiada profundidad, llegando a conclusiones más que críticas?» dijo entonces mi conciencia.
Cierto. Como en la mayoría de los casos, mi conciencia tuvo razón, y tanto pensar me llevó  a una inevitable conclusión crítica sobre el momento y el lugar en cuestión: todo se reduce al consumismo. Aquello es como una feria, llena de colores y de extranjeros, en la que lo único que hay son puestecillos de camisetas y sudaderas de “I ♥ NY”, de perritos calientes y pretzels gigantes, y por supuesto tiendas -caras, por cierto, muy caras- a lo grande sobre aquellas cosas publicitadas por su propio mercado, con pantallas enormes para captar tu atención y que no puedas dejar de mirar los anuncios sobre lo que puedes comprar a solo dos pasos.
A pesar de todo, es inevitablemente encantador. Y sí, como buena guiri, me compré mi camisetita de “I ♥ NY” por solo 5 dólares… fui débil.


Y esto es todo, amigos -por hoy, claro-. En el próximo capítulo: el puente de Brooklyn, Little Italy, China Town y una sorpresita para las almas infantiles como la mía. :)

9 comentarios:

  1. Has estado en el Rucker Park!!!!! En el jodido Rucker Park!!!! Eso es al baloncesto lo que la capilla sixtina a las iglesias!

    Envidia :(

    ResponderEliminar
  2. Sorpresitaaaa, sorpresitaaaa, yo quiero sorpresitaaaaaa!!

    ResponderEliminar
  3. joder ¡Cómo mola, little paloma! Cuentame más cositas, a ver si coincidimos por skype, yeah!
    Besooooos de caracol sin sol

    ResponderEliminar
  4. Dioos, +1 a Carmona: envidia sana, pero envidia jejeje

    están geniales las fotos, tengo ganas de ver qué dices sobre Little Italy y China Town. Oye, ¿llegaste a ir a la estatua de la Libertad?

    ResponderEliminar
  5. Rucker Park ??' Yo quierooooo !!!
    MODE ENVIDIOSO ON !

    Ya en serio las fotos se ven molonas y esta bien que hagas un analisis de lo que mola y lo que no, básicamente para cuando me lleves a NY :D

    ResponderEliminar
  6. PD: Mola como has dejao el blog :D

    ResponderEliminar
  7. Esto... lamento decepcionaros pero no estuve en el Rucker Park, solo en el Madison Square Garden, y no pude entrar porque iban a jugar los Knicks.

    Pablo, la estatua de la libertad para otro capítulo ;)

    ResponderEliminar
  8. "Solo" en el Madison, dice. Bueno, me estás aumentando las ganas de ir a la manzana gorda esa. Por cierto, sí que tenía que estar gris el día, a primera vista creí que la primera foto estaba en blanco y negro. Muy currados los montajes :)

    ResponderEliminar
  9. Nice!! NY es indescriptiblemenete genial :) Pero tú lo haces genial. ¡Gracias Palo!

    ResponderEliminar